
Vamos a intentar robarle más tiempo al tiempo y recargar las tintas.
Y no olvidemos una cosa: lo 1º seguirá siendo leer.
Saludos













Un autor del que el apetito ambiciona más obras.
Señoras y señores, hoy quiero presentarles a un dibujante que sin ocupar lugar en la cúspide del comic mainstream americano es, sin lugar a dudas, un profesional como la copa de un pino, un maestro del blanco y negro con tramado clásico, una mente plecara e iluminada para el diseño de criaturas abisales, y un detallista de atmósferas hasta la suciedad del polvo.
Mi primer encuentro fue cuando llevaba dados de 10 caras en los bolsillos y no paraba de jugar a Vampiro.

Guy Davis era el dibujante oficial de la nueva serie vértigo de DC Comics donde se recuperaba el personaje clásico de los 40, Wesley Dodds, el sandman original, mistery man clásico de la primera hornada, en el que Neil Gaiman pivotó la fuente original de su gran serie The Sandman.
Sandman Mystery Theatre evolucionaba desde la tradición Pulp de héroes detectivescos donde se mezclaba la amabilidad de los caballeros auténticos de los 40 y la oscuridad violenta y criminal que nace en las pesadillas y crecía en la problematica social de entonces (la gran depresión, la oculta perversión de los opulentes, el surgir del nazismo en Europa, etc).
Y es que Guy Davis es un autor de sus convicciones. Por otras obras como Nevermen o su The Marquis, se aprende sus gustos por la fantasía pulp y por las criaturas obscenas polimórficas e inenarrables (léase lovecraftianas).
Es de entender que sus pasos le hagan compartir butaca y cerveza con Mike Mignola, hombre de pesadas tintas y rojos únicos de intereses afines. Y de ahí a dibujar la serie hermana de Hellboy: BPRD (aquí AIDP), donde está asentado cómodamente mientras locos blasfemos como yo esperamos su tercer acto y último de The Marquis, su obra más personal, que aunque adolezca de cierta simplicidad en los guiones (su primera obra como autor completo) es hasta ahora su mejor pieza operística, dando más fuerza a la originalidad de sus diseños y al terror que, poco a poco y sin apenas darnos cuenta, nos inocula y engancha.





Y que le tengo hechado el ojo.