lunes, diciembre 11, 2006

Andy entro en la habitacion.

Por una ventana tapiada entraba un poco de luz, solo un fino hilo que disipaba la oscuridad a penas unos centrimetos. Le rodeaban pocos muebles. Una cama, llena de polvo, con un colchon desgastado, manchado de sangre seca, que llevaba ahi muchos, muchos años. Una mesilla roida, cuya madera podrida casi no se tenia en pie.

Dibujo el circulo justo en el centro. Coloco las 5 velas, de color negro, simbolo de las Tinieblas que le rodeaban.

Y comenzo los preparativos.

Rocio el circulo con la sangre del recipiente. Recordo el momento en el habia cortado el cuello de la gallina para conseguir el preciado liquido rojo. Desde que comenzo su adiestramiento nunca se habia acostumbrado a mantenerse frio ante el sufrimiento de un animal. Pero su maestro se lo recordaba con frecuencia: la sangre de un animal era preciada no por el liquido en si, si no por la sensacion de miedo y dolor de la bestia, que quedaban impresos en ella. Eso era lo que atraia a Ellos.

A El.

A continuacion preparo el brebaje. Coñac, opio liquido, y el resto de la sangre se mezclaron en el bol de madera. Con gesto dudoso, Andy bebio el contenido. Tosio, y escupio, a causa del sabor amargo, y de la sensacion asfixiante que le produjo.
Y se coloco la Mascara. Era de cuero, roida, las costuras mal cosidas. Solo dejaba los ojos y la nariz fuera. Comenzo la sensacion. El mareo, las cosquillas en el estomago, y ese calor que le subia por el pecho. De repente la habitacion se hizo mas oscura. Sentado en el centro del Circulo, vio como la luz de las velas disminuia.

Y de las sombras surgieron.

Podrian ser 8, tal vez 9 o 10. Le rodeaban. No se veia con claridad su aspecto. Vestian de oscuro, y sus rostros estaban tambien cubiertos por mascaras. Y El estaba justo delante suyo. Se sento, con las piernas cruzadas. El pelo le llegaba por los hombros, graso, sucio, mal peinado. La Mascara que llevaba era gris, solo le tapaba la parte frontal del rostro, y era aun mas demacrada que la de Andy. El levanto las manos, y se coloco otra mascara, con forma de un rostro humano. Comenzo a hablar:

- ¿Quien eres? - Su voz era gutural, salvaje, pero pronunciaba con tono pausado.
- Mi nombre no importa, mi identidad tampoco. Estoy ante ti para nacer en el Otro Mundo, como quien tu digas que sere. - Andy, casi inconscientemente pronunciaba las palabras que habia aprendido de memoria desde semanas atras.
- Aun no tendras nombre, hasta que demuestres que puedes tenerlo. Te acojo en mi seno, Aprendiz. Traeme la cabeza del Cordero. Solo en ese instante seras alguien en el Mundo de Abajo.

De repente, las velas iluminaron la habitacion completa, presentandola completamente vacia. Se apagaron de golpe. Andy, con nauseas, mareado, empepado en un sudor frio, se quito la Mascara. Poso la mano sobre el saquito que descansaba colgando en su pecho. Y con un espasmo, salio del Circulo y vomito en una esquina.


P.G.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un plato suculento muy bien cocinado. Un ritmo y estilos asépticos para hablar de un entorno oscuro y sucio. Un buen personaje, Andy, que aunque indique algo de personalidad (fragil, desesperado...) no nos llega a mostrar quién es realmente. Tengo ganas de ver como nace de nuevo, y de ver hasta uqe punto las identidades no importan.