jueves, agosto 03, 2006

Deconstructing Grant Morrison (II parte): joven calvo busca botas de plataforma para hacer el punki-glam

"no, no es la portada de un disco en solitario..."


Grant Morrison no se da cuenta que a día de hoy ya tiene 46 añitos y que ya no tiene que esforzarse mucho para afeitarse la chota. Pero en fin, si para los cursis y gilipollas el amor no tiene edad, tampoco caducarán las drogas que este organismo escocés sintetiza, y que, cómo el buen vino, mejora con la edad y gana cuerpo cual sapo psicotrónico.
Pero este calvito que no se agota ha tenido que crecer cargadito de vivencias, mascando ladrillos enegrecidos de hollín haya en su originaria e industrial Glasgow.
En 1978, con 18 primaveras para conducir y comprar tabaco legalmente, publicaba en Near Myths, revisteja alternativa y underground (palabras que ya no significan lo mismo ahora que entonces) las aventuras de Gideon Stargrave (¿os suena de Los Invisibles?) junto a Bryan Talbot.
En esta historieta ya apuntaba a la psicodelia de la época, con aroma de cultura pop y bizarreria de cuño propio, haciendolo a muy seguro, el tio más raro de cualquier grupo de yoga o sexo tántrico de comuna.
El nene con algún grano todavía ya apuntaba a especial y parecia que más que gustarle cosas, las entendía desde la perspectiva más extraña y curiosa.
Para mediados de los 80 ya engrosaba las filas de autores de la revista 2000AD, madre patria de Juez Dredd entre historias varias, y aunque se sabe que le daba a la música, al teatro y a su novia en el culete, alli se saca de la manga a Zenith junto a Steve Yeowell (colega al que llama para los primeros números de los Invisibles y para tomar cervezas, de vez en cuando).
A Zenith le tenía que pillar muy fresca alguna posible lectura del Watchmen, porque ya mantenia las maneras, y porque reflejaba el ambiente realista de los superheroes pero sin la coralidad fastuosa del Maestro.
Se entiende que algo tuvo que influenciar los bombardeos alemanes y el concepto de übermench nazi, porque Morrison implica el origen de sus superhéroes en la misma época en la que nacieron al comic: los años 40, y lo mezcla con el sabor de la 2000AD y su estilo britanico, la contundencia de género bélico y el matiz de ciencia ficción que el combo implica.
Los malos son los nazis de antaño mezclado con Lovecraft y sus mitos. Y el héroe, Zenith, es el toque personal de Morrison: un heredero de los superhéroes que lucharon contra el Eje del Mal, que como ya entiende, ha crecido en un ambiente privilegiado siendo la primera generación fresca que no vivió la guerra, tiene poderes, estilo y es guapo... ergo, es una estrella mediatica. Y aqui Morrison echa sus primeros lucimientos con buenos detalles de ironia, un nota con superpoderes, con agente de relaciones públicas, músico, y amante de las buenas fiestas que el famoseo puede brindar. Obviamente, el pasado en forma de malo vuelve para morderle el culo, pero no para que se piense sus responsabilidades, sino para sobrevivir a los megalomanos que apocalipticmante quieren cortarle todo el rollo.
Con esto principalmente, llegamos a 1986 cuando se prepara su salto al Atlántico y aterrizaje en DC Comics, sin que dejara varias historias sueltas más en el Reino Unido, entre ellas, las nuevas aventuras de Adolf Hitler, para un magazine escocés, conceptualización polémica que propone a un Adolf Hitler a modo de detective en una casquería retrobizarre a lo Dr. Who (puede descargarse via eMule).

1 comentario:

Anónimo dijo...

chuck, se te va el verbo por las nubes.